2001, una odisea Telefónica (3)

Érase un internauta iniciado y con ciertos conocimientos que accedía a la Red con una Tarifa Plana, léase Ondulada. Harto ya de estar harto de que cualquier nodo de Tarifa Ondulada vaya más lento que cualquier nodo de conexión gratuita, y adentrándose cada vez más en las procelosas aguas de la comunicación cibernética -con páginas web, descarga de música, vídeos, videoconferencia, juegos en red, etc.-, decidió que era el momento oportuno de contratar el servicio ADSL de Terra.

Se informó durante algunos días de todas las posibles trampas, defectos y deficiencias que pudiese encontrar en tan pinturera compañía y, armado con treinta folios de casos asombrosos, sopesó todas las posibilidades y decidió que le compensaba. Estaba convencido de que con toda esa información podría defenderse de cualquier maniobra sucia de Terra o del instalador del ADSL, exigir todos sus derechos y reclamar todos los servicios contratados. Pero el diablo sabe más por viejo que por diablo.

Resulta que nuestro internauta iniciado tenía ya una tarjeta Ethernet en su máquina, y resulta que el lote completo de ADSL de Terra lleva incluida una tarjeta Ethernet. Al contratar la instalación, el internauta preguntó sipodía hacer cambios sobre el pedido original, con el objeto de ahorrarse las 5.000 pelillas de la tarjeta en cuestión. Al otro lado de la línea telefónica, una teleoperadora apurada porque llegaba su hora de salir, le informó de que "sin ningún problema". Estupendo, cerraron el pedido y se le informó del plazo de entrega.

Al otro lado de la línea aún no había acabado la cosa. La teleoperadora sabía que se podía renunciar a parte del lote, pero no sabía cómo. Era su tercer día de trabajo y no sabía nada de nada, a pesar de que se suponía que había dado dos cursos de formación y tenía seis manuales distintos (aún
intentaba averiguar por qué los llamaban "argumentarios"). Le quedaba un minuto para salir y sólo esperaba poderse desconectar antes de que entrase otra llamada y tuviese que quedarse veinte minutos más. Le preguntó a su compañera cómo podía eliminar la dichosa tarjeta Ethernet de la configuración del pedido.

- Sales de ahí, te vas al SGC y a Configuración y ahí lo verás, y perdona pero es que tengo prisa.

"Y yo, no te jode", piensa la chica mientras intenta averiguar cuál de todas las aplicaciones era el SGC, ¿o dijo el MCIS? ¿O era el G1?

- Bah, a la mierda, por mil duros -que ni siquiera son para mí- no voy a pringar aquí ni un minuto. Que se lo diga al instalador cuando vaya a su casa.

Y pincha en Aceptar sin cambiar ni una coma.

Más de un mes más tarde, un instalador de ADSL -de una compañía subcontratada por Terra- llama a casa de internauta iniciado y se citan para proceder a la instalación. El instalador empieza a sacar sus bártulos, su ordenador portátil, el splitter, el router, CD, disquetes... y la tarjeta Ethernet. El
internauta iniciado la reconoce al primer golpe de vista.

INTERNAUTA INICIADO (II): Perdone, pero esa tarjeta... ¿es para mí?

MALPARIDO SUBCONTRATADO (MS): Claro, chaval, sin esto no puedes hacer nada, como si te cuelgo un cuadro de la pared.

II: No, ya lo sé, pero es que yo dije que no quería tarjeta, ¿sabe? Es que ya tengo una.

MS: ¿Ein? Vaya, pues me parece que tiene que haber un error, porque yo aquí tengo...

El instalador busca en su maleta y saca la orden de pedido que le pasó Terra. Efectivamente, figura un lote completo, incluida la tarjeta Ethernet.

MS: ¿Ves? Aquí está, "sin modificación sobre pedido", ¿ves? Eso significa con todo, con tarjeta incluida.

II: No, claro, pero es que yo tengo una ya, ¿sabe? Y, claro, lo que no quiero es comprar otra, que es tontería.

MS: Eso a mí me da igual, chaval, a mí me han dicho que "sin modificación" y yo, sin modificación.

II: No, no, espere. A mí sí que me da igual lo que le hayan dicho. Lo que me importa es lo que dije yo, y yo dije sin tarjeta Ethernet.

MS: Bueno, tío, lo que está claro es que yo no me voy a comer la tarjeta. Yo te lo que sea, tú me firmas la hojita y luego reclamas a Terra que te devuelvan la pasta de la tarjeta.

¡Atención! Al internauta se le encienden todas las luces de alerta creadas durante largas horas de investigación sobre Terra. Nada de firmar: “Si firmo una instalación con tarjeta incluida, me la cobran seguro”, piensa en muchacho. Y tiene razón. En Timofónica las firmas de los clientes son sagradas a la hora de cobrar y una mierda a la hora de devolver.

II: No, no. Lo que sí que está claro es que no te voy a firmar una instalación donde venga que me has instalado algo que no me has instalado, porque ¡yo ya tengo tarjeta Ethernet, así que no quiero pagar otra!

MS: ¡Es que yo no tengo por qué instalarte tu tarjeta Ethernet, que de ésa yo no tengo por qué saber nada!

II: ¡Pues me parece muy bien! Tú instala lo que tengas que instalar que de la tarjeta me ocupo yo.

MS: ¡Coño, pero qué más te da, por 5000 pelas de mierda...!

II: ¡Coño, que son mis 5000 pelas...! No te jode el tío...

La conversación-discusión va subiendo de tono y de volumen hasta llegar a las mutuas descalificaciones personales. En un momento dado el cliente insinúa que si necesita un instalador es porque lo exige el contrato, porque él sería capaz de hacerlo solo y mucho mejor que el instalador, lo cual es cierto.

En este punto, el instalador subcontratado… calla, inspira honda, suelta el aire y, desde su posición en cuclillas, levanta la vista hasta mirar directamente a los ojos al internauta iniciado. Se levanta muy lentamente. El tiempo se congela. La orquesta mantiene en el aire una única nota de violines que presagia lo peor. El instalador, ya de pie, se sitúa a un metro del internauta. Levanta lentamente un brazo, al extremo del cual un índice apunta entre las cejas, amenazador, temible, al internauta. Y con una voz profunda, cavernosa, dice lentamente:

MS: No vas a tener ADSL en tu puta vida.

Acto seguido, se vuelve a agachar, recoge sus cosas a toda prisa y se va dando un portazo. El internauta le despide con un "¡anda por ahi!" y pensando que da lo mismo, si no es Terra será Timofónica, como si fuesen cosas distintas. Pero hoy no, que ya es muy tarde, "mañana llamaré a contratar la de Timo".

Mientras, el enfurecido instalador de ADSL de Terra se dirige a la centralita de zona de Timofónica. Entra por la puerta saludando confianzudo al vigilante. Baja al sótano, avanza decidido por los pasillos y llega a determinado aparato lleno de cables y conexiones. Consulta un PC, teclea algo, tira de un cable… y fin de la cobertura del servicio GigADSL para nuestro internauta iniciado.

Éste, al día siguiente, llamó a Timofónica para contratar el servicio ADSL, pero un par de días después le informaron de que su zona geográfica no está preparada para recibirlo. Cuando aduce que en Terra no le pusieron ninguna pega, un teleoperador novato pero con labia le soltó un rollo de disculpa sobre “pequeñas divergencias informativas entre las distintas compañías del Grupo Telefónica”, rollo que en realidad se va inventando sobre la marcha. A la pregunta de cuándo podría estar preparado para recibirlo, le responden que "no podemos precisar, pero en breve se llevarán a cabo las obras de remodelación pertinentes". Cuando el internauta cuelga, el teleoperador dice para sí: "Joder, qué tío soy, ni Castelar".

Hoy, unos años después, el internauta iniciado aún no tiene ADSL. Pero su vecino, sí.

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