Entrevista
Madrid centro. 9:20 de la mañana. 27º C. Voy camino de una entrevista de trabajo en una consultoría y aún me quedan diez minutos. Tiempo suficiente para ir andando, ahorrarme un viaje del metrobús y disfrutar de esta bonita parte de la ciudad.
Hace una semana tuve dos entrevistas seguidas con Morena, de Personal, y Rubia, la que sería mi jefa. Todo fue claramente bien. Me contaron que entre ambas eligen al candidato más idóneo y se lo presentan al Big Boss para que lo sancione. Y que el Big Boss siempre sanciona lo que ellas proponen, así que no tengo por qué preocuparme. Ayer me llamó Morena para concertar esa entrevista/trámite. Diez minutos después me volvió a llamar.
TELEOPERADOR (TO): ¿Te equivocaste en la hora?
MORENA: No, no, todo sigue igual. Es que, verás, la persona con la que te vas a entrevistar...
TO: Big Boss.
MORENA: Sí, ése. Verás, es que es... cómo decirlo... un poco especial
TO: Especial.
MORENA: Sí. Bueno, no es que sea una orden, claro, sino sólo un consejo, pero yo te sugeriría que mañana, si puedes, vinieses vestido de forma más formal que el otro día.
TO: Ah, vale, no hay problema.
MORENA: No es que tenga importancia. Sólo sería para esta entrevista. De hecho, por aquí nadie viste muy formal, pero es que ya te digo, esta persona es un poco especial.
TO: No pasa nada. Sólo dime, ¿especial como de vaqueros y corbata o como de chaqueta también?
MORENA: Nada de vaqueros.
TO: Nada de vaqueros, bien.
MORENA: Si tienes un traje, estupendo, pero en cualquier caso, nada de vaqueros. Es que, bueno, ya lo conocerás. Puede preguntarte cosas como por qué has venido así y tal, je, je... Hombre, yo sé que es una faena que te tengas que poner corbata con este calor, pero si pudieses...
TO: Tranquila, no hay problema, a esas horas aún no pega demasiado. Y muchas gracias por la sugerencia.
Saco varias conclusiones de esta llamada. Primera, soy el favorito de Morena y quiere asegurarse de que paso el examen del Big Boss, si no no se habría arriesgado a hacer tan indiscreta recomendación. Segunda, especial significa capullo. Tercera, como me pregunte por qué me he vestido así le respondo que porque no me parecía apropiado presentarme con la chorra al aire.
La cuarta conclusión la saqué hoy: a las 9:20 lo que no aprieta el calor lo aprietan la chaqueta y la corbata, a pesar de lo floja que la llevo hasta que llegue el momento de ver al Big Boss. Sólo cuando doy mi nombre en recepción y me siento, me doy cuenta del calor que tengo. Me quito la chaqueta mientras espero a Morena pero es demasiado tarde: en un minuto tengo la frente perlada de sudor y noto la primera gota corriendo por la espalda. La quinta conclusión es que no debí ponerme una camisa de seda, marcan el sudor más y antes que las de hilo.
Me siento muy derecho. El objetivo es que, con la espalda recta, la camisa toque lo menos posible el cuerpo y, por tanto, el sudor. Veo pasar a varios empleados. No veo ninguna corbata. Ningún pantalón de vestir, todos van en vaqueros. Camisetas, polos, ni siquiera veo camisas, joder. Vuelvo a tener la frente sudada, lo noto. Aparece uno con un café para la recepcionista; lleva unas zapatillas grises de aspecto galáctico y una camiseta de Superlópez. Noto otra gota que me llega hasta el borde del pantalón.
Empiezo a pensar que esto del vestuario es una prueba. O una broma, quizá es uno de esos programas de cámara oculta que encuentran gracioso anunciar falsas ofertas de empleo para gastar bromas. Como sea eso hoy acabo en comisaría.
Me llama la recepcionista. Al levantarme, la camisa se pega a mi espalda. Me dice que enseguida viene el Big Boss. La camisa se queda pegada a mí como una lapa. Me retiro el sudor de la frente y al levantar el brazo veo el primer punto de humedad en el sobaco derecho. Vale, he de ponerme la chaqueta y tapar este horror. Al echar los brazos atrás para ponérmela, la camisa toca mi pecho y vuelve a quedarse pegada. En un instante aparecen dos hermosas manchas bajo el pecho. Voy a tener que dejar la chaqueta cerrada si quiero ocultarlas. Me echo el pelo hacia atrás y descubro que también el cuello se está encharcando. Aún no he visto al Big Boss y ya le haría comer la corbata.
El Big Boss se parece a Herrero de Miñón. Lleva un calculadora de sobremesa (no sé para qué), una copia de mi currículo, las gafas en la punta de la nariz y sus iniciales bordadas en el bolsillo de la camisa, lo que me basta para sentenciarlo. Nos sentamos en una mesa de reuniones y desabrocho mi chaqueta sólo porque es lo que indica la elegancia, pero la mantengo tapando las manchas de humedad y vuelvo a retirar el sudor de mi frente sin que me vea.
Me hace recitar todo el currículo. Ya sé que el objetivo no es saber lo que ya sabe sino comprobar que sé expresarme. Pues hala, blablablá. Él va apuntando cosas en el currículo. El sudor corre por mi espalda hasta donde ésta pierde su nombre. Ahora también lo noto en los sobacos y resbalando por los brazos. Y cada poco simulo peinarme con la mano para quitarme el sudor de la frente. Qué no diera yo ahora por unos bermudas y un daiquiri. Al menos no me pregunta por mi ropa.
Me pregunta cuándo fue determinado contrato. Entonces le explico que mi currículo no está ordenado cronológicamente sino por experiencias laborales. He tocado tantos palos, he conocido tantas ETTs y he combinado tantos trabajos basura con estudios que soy incapaz de ordenar las cosas cronológicamente. Y tampoco lo pongo todo sino sólo lo más relevante.
Mi explicación le entra por un oído y le sale por el otro mientras insiste en concretar cuándo hice qué. Vale, intento aproximarme en fechas pero, claro, no cuadran. Le repito lo mismo y que, si quiere, le envío una vida laboral que tengo en casa. Insiste. Y anota. El sudor sigue haciendo estragos y entre los dos me están tocando las narices. No entiendo qué importancia tiene si entré en Gráficas Chimpún en octubre del 97 o en marzo del 99. Big Boss va tomando notas, echa un vistazo general, se recuesta y dice:
BIG BOSS: Es que, verás… Veo este currículo y… Está todo tan desordenado…
Le miro fijamente y estoy a punto, realmente a punto de levantarme e irme. Sin más, sin decir nada, simplemente levantarme y salir de allí quitándome la maldita corbata. Pero, claro, un gesto así merece que alguien lo vea y allí no hay nadie. Así que respondo:
TO: Sí, bueno, en realidad está ordenado con otro criterio, como le he dicho. He creído que así daba una visión…
BIG BOSS: No, no, es que así no se entiende nada. Está todo muy desordenado.
Una gota de sudor que corre por detrás de mi oreja me susurra al oído recordándome una escena de El Padrino, parte III en la que a un tipo le matan clavándole las gafas en la garganta.
BIG BOSS: Yo, lo que quiero, es saber tu vida.
Me dan ganas de contarle que mis primeras pajas fueron con una foto de Madonna pero seguimos con mi currículo. Recuerdo lo que Jorge contaba de las entrevistas que él hacía y pienso que es otra prueba, a ver si soy capaz de conservar la calma. Y parece que la paso porque empieza hablarme de sueldo y condiciones contractuales. Dos contratos de seis meses y luego indefinido, y un sueldo algo superior a lo que cobraba en InfoForlayo. Todo bien, hasta que llega a los incentivos.
BIG BOSS: También hay un seguro de vida y un seguro médico para ti y tu familia. Es decir, para tu mujer y tus hijos si los tuvieses.
TO: No es el caso.
BIG BOSS: Lo sé. También podrías incluir en el seguro médico a tu novia si ésta fuese la beneficiaria del seguro de vida. Es una forma, bueno, de evitar que alguien vaya incluyendo a cualquiera, que ahora ya sabes que hay mucha informalidad y la gente ya no se casa como antes.
TO: ¿?
BIG BOSS: Antes con el matrimonio todo quedaba más claro, pero ahora que hay otras cosas… Bueno, no tienes por qué casarte, pero en fin…
TO: *Mute on* ¿Qué? *Mute off*
BIG BOSS: Lo que sí queremos que quede claro es que en esta empresa no nos gusta la gente que se va pronto. Queremos gente estable –dice mirando inquisitivamente por encima de las gafas–, que no se vaya a ir de pronto dentro de cinco años.
TO: *Mute on* ¿Ha dicho cinco años? ¿Eso es "de pronto"? *Mute off*
BIG BOSS: Porque veo por tu currículo que has llevado una vida, no sé, bastante desordenada.
TO: *Mute on* Gracias, mi salud me ha costado. *Mute off*
BIG BOSS: Y me parece muy notable el esfuerzo que pareces haber hecho los últimos años por enderezar ese rumbo.
TO: *Mute on* Si le tiro por la ventana, ¿qué radio alcanzarían sus sesos en la acera? *Mute off*
BIG BOSS: Pero, claro, quiero estar seguro de que esta nueva línea es la que vas a mantener el resto de tu vida. La gente aquí es muy seria.
TO: *Mute on* El resto de mi vida. *Mute off*
Empiezo a sentirme como Tom Cruise en La tapadera. Me lo imagino enviándome un mail para invitarnos a todo el departamento a misa de doce en Los Jerónimos. El sudor empieza a ser frío.
BIG BOSS: El caso es que a Morena y a Rubia les has gustado mucho y… ¿Qué te parecería empezar a trabajar el lunes?
Veo al diablo tendiéndome una pluma y un contrato de compraventa de mi alma. Y digo que no.
Antes de llegar a la calle ya me he quitado la corbata como quien se quita la bola de presidiario. Me quito la chaqueta, suelto dos botones de la camisa y me remango. Tengo ocho meses de prestación por desempleo. Hace una mañana preciosa.
Hace una semana tuve dos entrevistas seguidas con Morena, de Personal, y Rubia, la que sería mi jefa. Todo fue claramente bien. Me contaron que entre ambas eligen al candidato más idóneo y se lo presentan al Big Boss para que lo sancione. Y que el Big Boss siempre sanciona lo que ellas proponen, así que no tengo por qué preocuparme. Ayer me llamó Morena para concertar esa entrevista/trámite. Diez minutos después me volvió a llamar.
TELEOPERADOR (TO): ¿Te equivocaste en la hora?
MORENA: No, no, todo sigue igual. Es que, verás, la persona con la que te vas a entrevistar...
TO: Big Boss.
MORENA: Sí, ése. Verás, es que es... cómo decirlo... un poco especial
TO: Especial.
MORENA: Sí. Bueno, no es que sea una orden, claro, sino sólo un consejo, pero yo te sugeriría que mañana, si puedes, vinieses vestido de forma más formal que el otro día.
TO: Ah, vale, no hay problema.
MORENA: No es que tenga importancia. Sólo sería para esta entrevista. De hecho, por aquí nadie viste muy formal, pero es que ya te digo, esta persona es un poco especial.
TO: No pasa nada. Sólo dime, ¿especial como de vaqueros y corbata o como de chaqueta también?
MORENA: Nada de vaqueros.
TO: Nada de vaqueros, bien.
MORENA: Si tienes un traje, estupendo, pero en cualquier caso, nada de vaqueros. Es que, bueno, ya lo conocerás. Puede preguntarte cosas como por qué has venido así y tal, je, je... Hombre, yo sé que es una faena que te tengas que poner corbata con este calor, pero si pudieses...
TO: Tranquila, no hay problema, a esas horas aún no pega demasiado. Y muchas gracias por la sugerencia.
Saco varias conclusiones de esta llamada. Primera, soy el favorito de Morena y quiere asegurarse de que paso el examen del Big Boss, si no no se habría arriesgado a hacer tan indiscreta recomendación. Segunda, especial significa capullo. Tercera, como me pregunte por qué me he vestido así le respondo que porque no me parecía apropiado presentarme con la chorra al aire.
La cuarta conclusión la saqué hoy: a las 9:20 lo que no aprieta el calor lo aprietan la chaqueta y la corbata, a pesar de lo floja que la llevo hasta que llegue el momento de ver al Big Boss. Sólo cuando doy mi nombre en recepción y me siento, me doy cuenta del calor que tengo. Me quito la chaqueta mientras espero a Morena pero es demasiado tarde: en un minuto tengo la frente perlada de sudor y noto la primera gota corriendo por la espalda. La quinta conclusión es que no debí ponerme una camisa de seda, marcan el sudor más y antes que las de hilo.
Me siento muy derecho. El objetivo es que, con la espalda recta, la camisa toque lo menos posible el cuerpo y, por tanto, el sudor. Veo pasar a varios empleados. No veo ninguna corbata. Ningún pantalón de vestir, todos van en vaqueros. Camisetas, polos, ni siquiera veo camisas, joder. Vuelvo a tener la frente sudada, lo noto. Aparece uno con un café para la recepcionista; lleva unas zapatillas grises de aspecto galáctico y una camiseta de Superlópez. Noto otra gota que me llega hasta el borde del pantalón.
Empiezo a pensar que esto del vestuario es una prueba. O una broma, quizá es uno de esos programas de cámara oculta que encuentran gracioso anunciar falsas ofertas de empleo para gastar bromas. Como sea eso hoy acabo en comisaría.
Me llama la recepcionista. Al levantarme, la camisa se pega a mi espalda. Me dice que enseguida viene el Big Boss. La camisa se queda pegada a mí como una lapa. Me retiro el sudor de la frente y al levantar el brazo veo el primer punto de humedad en el sobaco derecho. Vale, he de ponerme la chaqueta y tapar este horror. Al echar los brazos atrás para ponérmela, la camisa toca mi pecho y vuelve a quedarse pegada. En un instante aparecen dos hermosas manchas bajo el pecho. Voy a tener que dejar la chaqueta cerrada si quiero ocultarlas. Me echo el pelo hacia atrás y descubro que también el cuello se está encharcando. Aún no he visto al Big Boss y ya le haría comer la corbata.
El Big Boss se parece a Herrero de Miñón. Lleva un calculadora de sobremesa (no sé para qué), una copia de mi currículo, las gafas en la punta de la nariz y sus iniciales bordadas en el bolsillo de la camisa, lo que me basta para sentenciarlo. Nos sentamos en una mesa de reuniones y desabrocho mi chaqueta sólo porque es lo que indica la elegancia, pero la mantengo tapando las manchas de humedad y vuelvo a retirar el sudor de mi frente sin que me vea.
Me hace recitar todo el currículo. Ya sé que el objetivo no es saber lo que ya sabe sino comprobar que sé expresarme. Pues hala, blablablá. Él va apuntando cosas en el currículo. El sudor corre por mi espalda hasta donde ésta pierde su nombre. Ahora también lo noto en los sobacos y resbalando por los brazos. Y cada poco simulo peinarme con la mano para quitarme el sudor de la frente. Qué no diera yo ahora por unos bermudas y un daiquiri. Al menos no me pregunta por mi ropa.
Me pregunta cuándo fue determinado contrato. Entonces le explico que mi currículo no está ordenado cronológicamente sino por experiencias laborales. He tocado tantos palos, he conocido tantas ETTs y he combinado tantos trabajos basura con estudios que soy incapaz de ordenar las cosas cronológicamente. Y tampoco lo pongo todo sino sólo lo más relevante.
Mi explicación le entra por un oído y le sale por el otro mientras insiste en concretar cuándo hice qué. Vale, intento aproximarme en fechas pero, claro, no cuadran. Le repito lo mismo y que, si quiere, le envío una vida laboral que tengo en casa. Insiste. Y anota. El sudor sigue haciendo estragos y entre los dos me están tocando las narices. No entiendo qué importancia tiene si entré en Gráficas Chimpún en octubre del 97 o en marzo del 99. Big Boss va tomando notas, echa un vistazo general, se recuesta y dice:
BIG BOSS: Es que, verás… Veo este currículo y… Está todo tan desordenado…
Le miro fijamente y estoy a punto, realmente a punto de levantarme e irme. Sin más, sin decir nada, simplemente levantarme y salir de allí quitándome la maldita corbata. Pero, claro, un gesto así merece que alguien lo vea y allí no hay nadie. Así que respondo:
TO: Sí, bueno, en realidad está ordenado con otro criterio, como le he dicho. He creído que así daba una visión…
BIG BOSS: No, no, es que así no se entiende nada. Está todo muy desordenado.
Una gota de sudor que corre por detrás de mi oreja me susurra al oído recordándome una escena de El Padrino, parte III en la que a un tipo le matan clavándole las gafas en la garganta.
BIG BOSS: Yo, lo que quiero, es saber tu vida.
Me dan ganas de contarle que mis primeras pajas fueron con una foto de Madonna pero seguimos con mi currículo. Recuerdo lo que Jorge contaba de las entrevistas que él hacía y pienso que es otra prueba, a ver si soy capaz de conservar la calma. Y parece que la paso porque empieza hablarme de sueldo y condiciones contractuales. Dos contratos de seis meses y luego indefinido, y un sueldo algo superior a lo que cobraba en InfoForlayo. Todo bien, hasta que llega a los incentivos.
BIG BOSS: También hay un seguro de vida y un seguro médico para ti y tu familia. Es decir, para tu mujer y tus hijos si los tuvieses.
TO: No es el caso.
BIG BOSS: Lo sé. También podrías incluir en el seguro médico a tu novia si ésta fuese la beneficiaria del seguro de vida. Es una forma, bueno, de evitar que alguien vaya incluyendo a cualquiera, que ahora ya sabes que hay mucha informalidad y la gente ya no se casa como antes.
TO: ¿?
BIG BOSS: Antes con el matrimonio todo quedaba más claro, pero ahora que hay otras cosas… Bueno, no tienes por qué casarte, pero en fin…
TO: *Mute on* ¿Qué? *Mute off*
BIG BOSS: Lo que sí queremos que quede claro es que en esta empresa no nos gusta la gente que se va pronto. Queremos gente estable –dice mirando inquisitivamente por encima de las gafas–, que no se vaya a ir de pronto dentro de cinco años.
TO: *Mute on* ¿Ha dicho cinco años? ¿Eso es "de pronto"? *Mute off*
BIG BOSS: Porque veo por tu currículo que has llevado una vida, no sé, bastante desordenada.
TO: *Mute on* Gracias, mi salud me ha costado. *Mute off*
BIG BOSS: Y me parece muy notable el esfuerzo que pareces haber hecho los últimos años por enderezar ese rumbo.
TO: *Mute on* Si le tiro por la ventana, ¿qué radio alcanzarían sus sesos en la acera? *Mute off*
BIG BOSS: Pero, claro, quiero estar seguro de que esta nueva línea es la que vas a mantener el resto de tu vida. La gente aquí es muy seria.
TO: *Mute on* El resto de mi vida. *Mute off*
Empiezo a sentirme como Tom Cruise en La tapadera. Me lo imagino enviándome un mail para invitarnos a todo el departamento a misa de doce en Los Jerónimos. El sudor empieza a ser frío.
BIG BOSS: El caso es que a Morena y a Rubia les has gustado mucho y… ¿Qué te parecería empezar a trabajar el lunes?
Veo al diablo tendiéndome una pluma y un contrato de compraventa de mi alma. Y digo que no.
Antes de llegar a la calle ya me he quitado la corbata como quien se quita la bola de presidiario. Me quito la chaqueta, suelto dos botones de la camisa y me remango. Tengo ocho meses de prestación por desempleo. Hace una mañana preciosa.