Revenge on the rocks

RECEPCIÓN: MultiAir, dígame.

TELEOPERADOR (TO): Buenos días. Con el Dpto. de Recursos Humanos, por favor.

RECEPCIÓN: Le paso.

RR.HH.: Recursos Humanos.

TO: Buenos días. Llamo para poner una queja contra uno de sus empleados.

RR.HH.: Eh... Oh... Ya... Eem...

Le ha pillado por sorpresa. Seguramente es la primera vez que le ocurre. Sí, yo soy así de original. Y de cabrón.

RR.HH.: Y... Eh... ¿Contra quién?

TO: Pues no lo sé, no tengo su nombre. Pero puedo darle datos para que le identifiquen.

RR.HH.: Y... Y... ¿Cuál es el motivo de su queja?

TO: Que ha estado a punto de matarme.

RR.HH.: ... ¿Perdone?

TO: Recuéstese y permita que le cuente...

Media hora antes, sobre las 15:00 h., El Teleoperador, a bordo de su potente motocicleta Kawasaki Vulcan 900 Classic, circula majestuoso y elegante entre el muy denso tráfico de la M-40 a esa hora, tanto que la velocidad de los vehículos no pasa de los 40-50 km/h. El punto concreto es el Nudo Sur, dirección A-5, aquí.

Es un punto complicado de la M-40 porque en muy pocos metros se incorpora por la derecha todo el tráfico proveniente de Mercamadrid y el Polígono Industrial de Vallecas y poco después el de la A-4 desde Madrid, mientras por la izquierda está la salida hacia la A-4 sentido Córdoba (sí, una salida en una autopista por la izquierda, en Madrid somos así de chulos y nuestros dirigentes así de gilipollas). Total, que hay un montón de incorporaciones y cambios de carril de última hora y de frenazos, todo aderezado por transportistas profesionales que creen que saben más que nadie y por muchos trabajadores empeñados en hacer Vallecas-Móstoles con vuelta rápida.

Como siempre, me coloco en el carril central para evitar tanto las incorporaciones con calzador de la derecha como los "Huy, mi salida" de la izquierda. Detrás de mí, una furgoneta blanca conducida por un profesional. Lo sé porque me va lamiendo el culo, así que es transportista profesional o chapero profesional. Me separo un par de metros más del de delante, sólo por tener margen de escape entre carriles por si acaso, que mi moto no gira como un scooter, y me mantengo siempre en la mitad derecha de mi carril como marca la DGT. Justo al pasar bajo la A-4 miro a la derecha los que se incorporan por ahí y todo bien, miro al retrovisor izquierdo para ver si...

TO: ¡¡HOSTIA PUTA!!

A mi izquierda, adelantándome dentro de mi carril está la furgoneta que tenía detrás segundos antes. Me pasa a poco más de tres dedos de distancia de mis defensas, mis alforjas y mi maneta de freno. La majestuosidad y elegancia se convierten en tal susto y giñote que a punto estoy yo mismo de recorrer esos tres dedos y darme contra él.

Instintivamente me voy hacia la derecha pero tengo que corregir inmediatamente porque por ahí también vienen coches y camiones, así que me quedo rozando la raya discontinua, entre ambos carriles. Y mi moto, repito, no entra alegremente entre carriles como un scooter, así que durante un par de segundos circulo acojonado esperando que la furgoneta pase sin empujarme más, que por la derecha me estén viendo bien y que por Dios, porfavorcito, no me resbale con las putas rayas.

La furgoneta termina de pasarme y yo vuelvo a mi carril con los huevos de corbata y obligándome a respirar otra vez. No puedo creerme que haya hecho lo que ha hecho para avanzar un mísero puesto en este maldito atasco. El susto se me ha pasado tan rápido como me ha venido el odio. Ahora lo que quiero es sacarle de la furgoneta a rastras y reventarle el cráneo a golpes de casco; ahora quiero romperle los dedos de las manos uno a uno; ahora quiero seguirle hasta donde sea y dejarme las botas en sus dientes.

Ese atasco de las 15 h. en la M-40 ya me lo conozco: se satura en el Nudo Sur y en la salida a la A-5, pero en medio se aligera un poco, así que escasos metros más adelante los coches aceleran y el espacio entre ellos aumenta, y una moto siempre revoluciona más rápido que una furgoneta, así que pongo el intermitente, le adelanto y me coloco delante de él. Sin hacer el cabra ni macarradas, que no lo necesito, dejando espacio al pasarle y dejando espacio al reincorporarme, como si no pasase nada. Y creo que eso le molesta aún más cuando por el espejo veo claramente su mirada de odio. Por supuesto, a partir de ahí circulo en to'l medio del carril, más chulo que un ocho, despatarrado en las plataformas y hasta un poco recostado, y sin dejar de controlarle casi tanto como al tráfico de enfrente, preparado para cambiarme de carril a la mínima.

Muy poco después intenta adelantarme y cambia de carril pegando un volantazo. El del carril izquierdo se lleva un susto como yo antes y le pita. Ya somos dos directos y varios indirectos a los que ha puesto en peligro. Empieza a acelerar. Yo, tranquilamente, me paso a la derecha y retuerzo la oreja a la moto un poco, que acelera rápidamente. Él adelanta a un coche y vuelve al carril central, yo adelanto a dos y también vuelvo, con lo que queda uno entre nosotros.

En poco más de un kilómetro (no duró más la cosa) he pasado por todo el menú degustación del puteo circulatorio: primero el terror por el susto y segundo la ira asesina. Así que llegando a mi salida me paso a la derecha y suelto el acelerador, esperándole. Él pasa a mi lado mirándome y yo suelto el puño del embrague, le apunto y disparo. Él levanta una mano y empieza a gritar algo, pero ya la diferente velocidad y dirección me impiden verlo claramente.

Lo que sí veo claramente es el nombre de su empresa en el costado de la furgoneta. Señor, hoy de postre tenemos venganza cruel con sirope de bilis en copa helada.

TO: Y así es como he llegado a vosotros, buscando el nombre en Google.

RR.HH.: Madre mía. Y dice usted que esto ha ocurrido...

TO: Sobre las tres de la tarde en el M-40 a la altura del Nudo Sur, sentido A-5.

RR.HH.: ¿Y tiene usted...?

TO: ¿La matrícula? Naturalmente, tome nota: 2972 DDR -digo saboreando cada letra, cada sílaba, cada número.

RR.HH.: ...DDR... De verdad que no sabe cuánto lamento lo ocurrido y tenga por seguro que se tomarán las medidas oportunas.

TO: Eso espero, que no caiga en saco roto...

RR.HH.: ¡No, no, descuide!

TO: ... y que tenga en cuenta el buen juicio y educación que estoy demostrando con esta llamada. Porque si alguna ha sufrido usted una cabronada como ésta...

RR.HH.: Sí, sí, yo también conduzco y sé lo que es.

TO: ¿Conduce usted un coche?

RR.HH.: Sí, por eso le digo que...

TO: Entonces, hágame caso, no sabe lo que es. A esa velocidad y en coche todo habría quedado en daños de carrocería. Yo voy en moto. A esa velocidad me tocan, caigo al suelo y el que viene detrás me pasa por encima. Hay una diferencia.

RR.HH.: Ah... Sí, claro...

TO: Aún así, si alguna vez le han hecho una cabronada, se puede imaginar el susto por el que he pasado.

RR.HH.: Desde luego, desde luego.

TO: Lo que quizá no ha vivido es el ansia de furia homicida que sentí después y que aún siento.

RR.HH.: Comprendo...

TO: Por eso espero que tengan en cuenta la amabilidad que estoy mostrando con esta llamada, cuando lo que de verdad, de verdad me apetece es ir a su delegación en Madrid, situada en la Av. Cámara de la Industria, número 22, Polígono Arroyomolinos de Móstoles, localizar la furgoneta y prenderle fuego.

RR.HH.: ... Eeh... Claro...

TO: Quiero suponer también que se dan ustedes cuenta del mastuerzo que tienen contratado que, primero, echa carreras en una autopista abarrotada, segundo, pretende ganar a una moto con una furgoneta, tercero, no le importa jugar con la vida ajena, cuarto, no se da cuenta de que lleva un logo enorme en la carrocería, con lo que deja el nombre de su empresa por los suelos, y quinto, además facilita la venganza vandálica de personas menos civilizadas que yo que puede causarles graves pérdidas económicas.

RR.HH.: ... Sí, no, si entiendo, claro... Yo pondré todos estos datos en conocimiento del Director de Recursos Humanos para que se tomen las medidas disciplinarias pertinentes.

TO: Hay más de 4.000.000 de parados ahora mismo, señorita, y yo conozco a varios que estarían mucho más comprometidos con su trabajo y la imagen de su empresa.

RR.HH.: Tiene usted toda la razón. Una vez más lamento lo ocurrido y si me pudiese enviar esta historia por mail, para tener una constancia...

TO: De mil amores.

No sé si harían algo o no, claro, al fin y al cabo sólo es mi palabra. Pero teniendo la hoja de trabajo del hijoputa de aquel día, sí pueden comprobar si la furgoneta estaba o tenía que pasar por allí a esa hora. Y si tenía, es muy raro que un pirao se tome la molestia de inventarse esta historia y llamar.

Vamos, que me gusta pensar que he contribuido al menos un poco a que un hijoputa se quede en paro.

(El nombre de la empresa, su dirección y la matrícula no son los auténticos.)

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