Susceptible (2)
Supongamos el siguiente spot, perdón, anuncio:
¿No?
Ah, que no.
Pues no lo entiendo. Ayer vi un anuncio en el que un chico abría un paquete de café mientras recitaba algo tonto, como una cancioncita o una tabla de multiplicar. El paquete se abría con asombrosa facilidad, sin derramar un sólo grano, mientras el chico proseguía su letanía. Al final una voz de mujer decía:
- Enhorabuena, chicos, por fin podéis hacer dos cosas a la vez.
Una chica joven, rubia y atractiva camina por la acera. Es muy pija, viste a la moda y está buscando algo en un pequeño bolso. Saca un llavero del que no cuelga ninguna llave sino sólo una especie de tarjeta. Apunta la tarjeta hacia un coche, pulsa un botón de la misma y abre la puerta.¿Qué tal? Es gracioso, ¿no? El espectador sabe que lo importante es que se trata de un coche automático y sin llave, pero lo contamos como un chiste machista, aunque inocente por lo tópico y facilón que es, ¿no? Quiero decir, nadie se va a molestar por esto, ¿verdad? No saldrá la vicepresidenta, Cristina Almeida, asociaciones de espectadores ni ningún colectivo feminista a quejarse de algo tan tonto, ¿no? O sea, que se ve claramente que es una broma, que algo tan chusco no puede ir en serio.
LOCUTOR (OFF): Sin llave.
Nada más entrar en el coche lo primero que hace es mirarse en el retrovisor interior, colocarse un mechón de pelo, quitarse una puntita de pintalabios de la comisura de la boca y echarse un guiño a sí misma. Después introduce la tarjeta-mando en una ranura del salpicadero y el motor arranca automáticamente.
LOCUTOR (OFF): Sin llave.
La chica pone las manos en el volante, gira y sale. Atención: no mete ninguna velocidad.
LOCUTOR (OFF): Y sin marchas.
La cámara nos muestra que donde debería estar la palanca de cambios hay un hueco en el que reposa el pequeño bolso.
LOCUTOR (OFF): Enhorabuena, chicas: ya no tenéis que pensar.
El coche se aleja por la calle.
¿No?
Ah, que no.
Pues no lo entiendo. Ayer vi un anuncio en el que un chico abría un paquete de café mientras recitaba algo tonto, como una cancioncita o una tabla de multiplicar. El paquete se abría con asombrosa facilidad, sin derramar un sólo grano, mientras el chico proseguía su letanía. Al final una voz de mujer decía:
- Enhorabuena, chicos, por fin podéis hacer dos cosas a la vez.