Las emergencias y los gilipollas

Mirad qué bonita historia y qué mal escribe la Guardia Civil: Dos agentes de la Guardia Civil actúan de comadrones de un parto en plena calle.

Coño, qué bonito. Ese Nissan con las puertas abiertas y las luces girando, los agentes arrodillados con las camisas remangadas, las guerreras a modo de sábana bajo la parturienta, los tricornios a un lado, la gente del pueblo haciendo corro, el marido emocionado dando ánimos a su señora, un agente recibiendo instrucciones por teléfono y el otro entre las piernas de la parturienta:

CABO (con el teléfono): Sí... Sí... Ajá, entendido, ahora se lo digo. Muy bien, ¡empuje!

NÚMERO: A la orden, mi cabo. ¡Hala, p'adentro!

CABO: Tú no, idiota, la madre.

Y ese niño que va saliendo, esos cordones de zapatos reglamentarios pinzando el cordón umbilical (pagaría lo que fuese por esa foto), ese hostión benemérito al niño para que sepa de qué va este mundo, esa madre agradecida, exhausta, el pueblo rompiendo en aplausos... Es como "El Comisario" pero en verde.

Pero remontémonos al principio de los tiempos. Ese matrimonio era tan pobre que no debían tener dinero para condones, porque ya tenían cinco hijos y éste era el sexto. Ahí es nada. De mayores esos niños tendrán la conversación de un viejo chiste:

- ¿Que sois seis hermanos? ¡Caramba! A vuestra madre debéis tenerla en un altar, ¿no?

- ¡Nos ha jodido! ¡Si la bajamos mi padre se la folla!

Ah, ¿que a lo mejor los seis hijos eran buscados? Pues me extraña, porque resulta que eran tan pobres que tampoco tenían dinero para pagar un taxi en el que ir hasta el hospital. Que digo yo que si eres tan pobre que no tienes para un taxi en el que ir al hospital, no vas a ser tan irresponsable de traer al mundo seis hijos que difícilmente podrás mantener, ¿verdad? Pues sí, son tan irresponsables. O quizá son de HazteRuín, vete a saber.

¿Y de dónde se saca dinero para mantener seis vástagos cuando eres pobre? Pues quitándote de taxis, claro. Así que cuando la buena mujer se puso de parto, ¿qué hizo? Llamar al 112 y pedir una ambulancia que la llevara hasta el hospital a ella y a sus cinco hijos, que no tenía con quien dejarlos. Que digo yo que si después de cinco partos aún no has previsto 30 euros para un taxi ni localizar a un vecino o familiar que ese día se pueda hacer cargo de tus hijos, después de cinco partos... es que eres gilipollas.

La llamada le entra a una chica de... tachán tacháaan... ¡Qualytel Services! La empresa de tráfico de tecnoesclavos que tiene la subcontrata de la atención telefónica del SUMMA. Es decir, una chica puteada, con horarios criminales, turnos rotativos, poco sueldo, ninguna formación, vacaciones prorrateadas, maltratada por su empresa y obligada a que sus llamadas no duren más de un minuto. La parturienta pide una ambulancia para ella y su prole que la lleve hasta el hospital. Y la chica, según lo indicado por sus jefes, le dice que no, que se coja un taxi y que vaya por su cuenta. ¿Y por qué le dice eso? Me aventuro a responder sin haber hablado con la chica, sino por lo poco que sé del asunto y del funcionamiento de las ambulancias por mi curso de Técnico de Emergencias:

- Primero, porque no es urgente. Sólo ha sentido las primeras contracciones. Aún le queda un buen rato hasta dar a luz. Y después de cinco partos ya debería saberlo... salvo que sea gilipollas, claro.

- Segundo, porque no hay ambulancias para todos y podría haber otra cosa más urgente, digamos un accidente de tráfico con heridos, una reyerta con navajazos, un anciano con la cadera rota por una caída...

- Tercero, porque aunque le envíe una ambulancia ésta no puede transportar a la parturienta, los dos o tres sanitarios que van dentro y cinco críos. No puede por ley. No puede y punto. No puede y se acabó.

La parturienta se queda sin ambulancia y ¿qué hace? ¿Llama a un taxi? ¿Pide socorro a un vecino? ¿Hace dedo? No. El marido se lía a llamar una y otra vez al 112 para poner a parir a quien quiera que coja el teléfono y seguir exigiendo una ambulancia. Y después de hora y media la señora da a luz en plena calle.

Repito: después de hora y media.

90 minutos.

Un partido de fútbol.

Todo ese tiempo estuvo este matrimonio ejemplar reclamando una ambulancia en vez de buscando otro medio. Hasta que al final, claro, ya fue urgente. Llega la Guardia Civil y la atienden como habéis leido antes. Y como ya es urgente y hay un neonato, aparece... ¿una ambulancia? No, ¡toda una señora UVI! Y si ambulancias hay pocas, UVIs ni te cuento. Y hala, to's p'al hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares. Y menos mal que no ocurrió nada realmente grave mientras la UVI hacía funciones de taxi para este matrimonio ejemplar.

Por cierto, ¿a qué distancia creerán ustedes que estaban del hospital? Pues esto ocurrió en Camarma de Esteruelas, que está a cinco kilómetros de Alcalá de Henares. Casi podían haber ido andando. ¿Cuánto puede costar un taxi de Alcalá a Camarma y de Camarma la hospital? ¿Diez euros? ¿Quince?

Y ahora viene la traca final. ¿A quién culpamos de lo ocurrido? ¿A Alberto Ruín-Faraón y Peranzaguirre porque en todos los años que lleva su partido gobernando en la Comunidad de Madrid aún no haya suficientes ambulancias? ¿Al gerente del SUMMA que dió la contrata de la atención del teléfono de emergencias a una subcontrata de mierda como Qualytel, denunciada varias veces en varias Comunidades Autónomas, en vez de formar sus propios profesionales, como sería lógico tratándose de algo tan importante como las emergencias sanitarias? ¿A la inexistente inspección de trabajo? ¿A los sindicatos que lo saben y no hacen nada? ¿A todos los ciudadanos que sabiéndolo ni siquiera escribimos un e-mail de protesta (sí, esto va por ti, lector)? ¿A ese par de tarugos que después de cinco embarazos aún no saben planear lo más básico? ¿A los Servicios Sociales por no quitar la custodia de sus hijos a ese par de irresponsables? ¿O culpamos a la teleoperadora por haberles dicho que debían ir al hospital?

La solución, si es que aún dudan, en Urgencias S.A..

Entradas populares de este blog

Felipe follando con Letizia

Ivan Istochnikov, perdido como Íker Jiménez

Comparar a Dios con un gallego