Demagogia

La mayoría de ustedes, que son indecentemente jóvenes, no lo recuerdan pero esta palabra la puso de moda Felipe González cuando aún era presidente del Gobierno. Los que tuvimos la semidesgracia de estudiar EGB y BUP (otra ESO vendrá que buena me hará) aún podíamos intuir qué significaba aquello gracias a lo poco que de verdad se nos quedó de Latín y Griego. Según la RAE:
1. f. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.

2. f. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.
En principio la demagogia se circunscribía exclusivamente a la política y se practicaba mayoritariamente en su segunda acepción, la de aludir a los "sentimientos elementales".

Ejemplos de demagogia son todas, absolutamente todas las declaraciones de dirigentes del PP que puedan recordar de la pasada legislatura, verbigracia "viva el vino", "queremos que se investigue", "el Gobierno agrede a las víctimas", "lo que interesa a los españoles", "yo quiero que esa niña"... Pero también son ejemplos de demagogia todas, absolutamente todas las declaraciones de la (gracias a Dios) ex-ministra Carmen Calvo cada vez que inauguraba, presidía o asistía a cualquier acto cultural-petardo; todas, absolutamente todas las declaraciones de la vicepresidenta sobre la firmeza del Estado para que no vuelva a morir ninguna mujer víctima de la violencia doméstica... ups, otra... bueno, a partir de ahora; casi todas las declaraciones del presidente Zapatero sobre el proceso de tregua-contactos-diálogo-txikitos con ETA sobre que hará todo lo posible para traer la paz... Aunque era verdad, hizo de todo, hasta mentirnos. Y, claro, son demagogia todas, absolutamente todas las declaraciones hechas sobre el trasvase del Ebro y la unidad de España durante la campaña electoral las dijese quien las dijese, donde las dijese y cuando las dijese. Puta mierda todas.

No hay que ser muy listo (yo no lo soy) ni tener una carrera (que no tengo) para pillarles. Basta con dejar de oír y ponerse a escuchar, con preguntarse "Y eso, exactamente, ¿qué significa?" Y la respuesta es que no significa nada. Lo peor de nuestros políticos no es que sean demagogos, es que son demagogos chapuceros. Y ni el mejor demagogo de nuestro país puede hacerle sombra al peor demagogo de Estados Unidos. Los amos. Vean, vean, pero véanlo entero, que está de puta madre:


¡Dios! ¿A que dan ganas de salir a la calle y... y...? ¡Feliz Navidad, cine, Feliz Navidad, compañía de empréstitos! Ande, intente usted hacer esto con esto. No es más que poesía, juegos florales, adornos, arabescos, bordados, pirotecnia... Pero, qué bien lo hacen, me siento orgulloso de ser americano e incluso negro. Pero es demagogia.

La demagogia es despreciable por definición y su uso es un insulto al pueblo, o sea, a usted. La demagogia justifica que se le cruce la cara al político que la utiliza sin mayor explicación. Esto que acabo de escribir no es un chiste, lo digo como lo pienso. Cuando Rajoy dijo lo de la niña, Campo Vidal debió haberse lanzado sobre la mesa y estrellarle el jeto sobre la misma rompiéndole la nariz y las gafas. Igual que cuando Zapatero dijo lo de "Buenas noches... (pausa dramática...) y buena suerte", que debió aprovechar para ensayar su crochet contra el mentón del presidente. Que no, coño, que no lo digo de chiste, que va en serio. Y también va en serio cuando pongo como ejemplo de contra-demagogia la participación de Solbes en su debate contra Pizarro. Desde esa noche, si me lo pidiese le comería las pelotillas del culo rebañando con pan Bimbo. Aunque eso sí va de coña.

Un político demagogo es una basura, es una escoria, una mierda, un bicho infecto, un gusano, un parásito a extirpar. Y lo peor es que la demagogia hace tiempo que sobrepasó el terreno político para contagiar como un virus a todo aquel que hable al público. Por eso hace falta que la RAE incluya pronto la tercera definición que da el Wikcionario:
Acción de expresar en público opiniones, ideas, etc. utilizando argumentos falaces que se suponen serán del agrado de los que escuchan.

O sea, el periodismo. Concretamente el columnismo periodístico. ¿Ejemplos? ¡Buuuf, los que quieran! Cojan un ejemplar cualquiera de El Mundo en sus páginas de opinión, pongan la COPE cualquier mañana, lean cualquier post de los Peones Negros... Y sí, por supuesto, en la SER, El País y la Red de Blogs Socialistas pasa tres cuartas de lo mismo.

Estos días son cojonudos para ver ejemplos de demagogia. Por la parte política tenemos los contactos para la sesión de investidura del nuevo Gobierno -sobresaliente Íñigo Urkullu y su "estar o no estar"- y por la parte columnista está el fantástico caso del asesinato de Mari Luz Cortés, que los asesinatos escandalosos son una mina para los columnistas demagogos y bocazas. Para enmarcar:
Si la banca te tiene fichado como moroso por retrasarte en el pago del último plazo del televisor, no podrás comprar a crédito ni una bolsa de pipas en todo el maldito país en todo lo que te quede de vida. En cambio, si eres un pederasta condenado a tres años de cárcel por abusar de tu hija de cinco puedes pasearte a tus anchas por todo el maldito país, salir en la televisión pidiendo que te den una casa, irte a vivir a Huelva y finalmente matar a alguien. Matar, por ejemplo, a una niña de cristal llamada Mari Luz. Todas las niñas del mundo son de fino cristal cuando tienen como vecino a alguien sin corazón.

Mari Luz ha muerto porque la ha matado un tipo peligroso que andaba suelto. Y andaba suelto porque alguien no ha hecho bien su trabajo. Hay oficios es lo que es altamente peligroso que alguien no haga bien su trabajo. Uno de esos oficios es, por cierto, el propio periodismo. Seguramente si el periodismo hubiera hecho bien su trabajo, la guerra de Irak tal vez nunca habría tenido lugar porque un tipo peligroso no habría logrado engañar a todo un país. Otro de esos oficios es la justicia. Si la justicia hubiera hecho bien su trabajo, la muerte de Mari Luz tal vez nunca habría tenido lugar.

Si la justicia nacional fuera sólo la mitad de diligente que la banca nacional, es seguro que entonces este país…, en fin, mejor no darle más vueltas: es seguro que entonces este país no sería este país.

Antonio Avendaño en su blog Ciudadanos del diario Público.
Tras escribir esta basura se acodó en la barra, se sacó el palillo de la boca, apuró el coñac, pidió otro chispazo y echó las vueltas a la tragaperras.

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